Todo sobre el trabajo de mi madre:
Mi madre, Mari Carmen
Santos (Vilaxoán, 1964), trabaja como pescantina. Este oficio lo llevan
ejerciendo varias generaciones de nuestra familia (su bisabuela, su abuela y su
madre). Cualquiera que se acerque una mañana hasta el Mercado de Abastos de
Pontevedra puede comprobar que el puesto de mi madre, presidenta de la
Asociación e Profesionais da Praza, está concurrido en todo momento. Sus
clientes han demostrado la fidelidad que le tienen eligiéndola con sus votos “Praceira
do ano 2011” en la ciudad, un premio de la Xunta de Galicia.
¿Cómo has sentido esta especie de homenaje
de los clientes? -Te sientes
recompensada. Querida no, porque querida ya me siento. Con mis clientes,
gracias a Dios, me siento querida. A muchos los conozco desde hace mucho tiempo
y son casi como parte de la familia. Era algo que ya sentía sin este diploma,
pero está claro que es como una recompensa más.
¿Cuáles son los secretos para convertirse
en la mejor placera de Pontevedra? -Cuando recibí el premio me acordé mucho de mi madre, de lo orgullosa
que estaría de mí. Mi madre fue la que empezó a trabajar en la Plaza y me
enseñó a mí. Mi madre enfermó, se murió en siete meses y yo seguí su estela. Al
recibir el premio pensé que si mi madre me estuviese viendo desde algún lugar
se sentiría orgullosa de mí. Los secretos son los que ella me enseñó: no
engañar a la gente, trabajar con productos de la máxima calidad posible y ser agradable,
cariñosa y tratar bien a la gente. Eso es fundamental, ya que si tienes muy
buen producto y eres una déspota, no vas a tener demasiado éxito.
¿Cuántos años lleva vendiendo en la Plaza
de Pontevedra? -Yo sola llevo veinte años, pero desde niña ya ayudaba a mi madre, Fina,
que se instaló aquí en los años sesenta con otras pescantinas de Vilaxoán. Mamé
desde pequeña el mar, los barcos, las redes… Pertenezco a una estirpe familiar
de cuatro generaciones, en la que los hombres iban al mar y las mujeres vendían
el pescado que traían por las aldeas con la cesta en la cabeza y, cuando no
había dinero, hacían trueque y lo cambiaban por repollos, patatas y todo eso.
Después ya pasaron a vender en los mercados.
Con la que está cayendo, se venderá más el
pescado menudo. -Según. A veces vendes lo caro y te queda lo barato. A la plaza viene
gente con más y menos poder adquisitivo y, no te creas, por lo general come
mejor o compra mejor la gente que tiene menos dinero. Nuestra clientela es
mayoritariamente de clase media normal.
Los grandes supermercados hicieron mella en
los mercados tradicionales, que parece que vuelven a ponerse de moda con los
nuevos hábitos de consumo saludable. -Es que lo que encuentras en un mercado no lo encuentras en ningún
sitio. Aquí tenemos como la flor y nata, la delicatesen de todos los productos
naturales. Una gran superficie cualquiera, una cadena de supermercados va a una
lonja grande, a Vigo por ejemplo, y allí compra todo. Mientras yo para tener un
buen pescado y variado tengo que ir a cuatro lonjas. En el caso de las carnes
igual, la gente va a Lugo a compara las vacas, selecciona las piezas y mata en
el matadero. Con las frutas y verduras lo mismo, son de casa, de toda
confianza. Y tenemos a Pura que vende agricultura ecológica. Como el mercado,
no hay nada. Vas al súper y tienes aquel rapante. Aquí lo encuentras grande,
mediano, pequeño, de 5, de 8, de 10.
La gente joven dice que no sabe comprar en
la plaza, no se aclara con los precios y tiene miedo a que la engañen. -En la plaza tenemos merluza de 8, de 10,
de 20… No es que unas te pidan un precio y otras otro por la misma merluza. Es
porque hay distintas calidades y lógicamente diferentes precios. Eso de que te
van a engañar es una leyenda. Si tú me vienes a comprar y quiero hacerte mi
cliente/a, te voy a dar lo mejor para que vuelvas, y a un/a cliente/a de toda
la vida, tampoco lo/a vas a engañar para perderlo/a. Si en vez de 8 te tengo
que cobrar 9 para darte lo mejor, te lo cobro, pero de engañar nada.
En el rato que llevo aquí veo que eres muy
popular y querida por tus clientes. ¿El trato personalizado es una de las
ventajas de la plaza? –Total.
Los clientes son amigos. Eso se reflejó muy bien en un anuncio que sacó nuestra
federación en la tele. En la cola de la pescadería o de la carnicería del
súper, el cliente es el número 44, el 65. Aquí le llamamos por su nombre. Ya
querían mucho a mi madre y yo también me siento muy querida por mis clientes.
Te interesas por ellos, por sus problemas y ellos por los tuyos. Se establece
una relación muy bonita.
Muchos se piensan que el trabajo de placera
no es tan duro. ¿Cómo es una jornada de trabajo para ti? –En invierno suelo levantarme a las 7.30
horas y en verano a las 6.30 horas. Suelo irme a la lonja a Vilaxoán sobre las
7.00 horas a coger “xoubiña do xeito”. Después me voy a la lonja de Cambados,
que es a las 7.30 horas, a coger jurelitos y otros pescados menudos del día que
traen los barcos de la mañana. También voy a la depuradora a coger marisco y,
cuando ya tengo todo cargado, tiro para la Plaza de Pontevedra y me pongo a
vender. Cuando termino, limpio mi puesto y llego sobre las 15.00 horas a mi
casa. Como y a las 17.00 horas me voy para O Grove para coger marisco, mientras
la compañera que trabaja conmigo va a Ribeira, y suelo acabar entre las 20.00 y
las 22.00 horas. Los pescaderos, los que vamos a la lonja, hacemos doble
jornada. Hay que “chollar” mucho. Se podría encargar a alguna persona que
compra pescado en O Berbés o Vigo, pero ya no podrías tener ni la calidad ni la
variedad que tengo. Para tener tanta variedad de pescado voy a Vilaxoán, a
Cambados, a O Grove y a Ribeira. Y a veces me traen el rape y el rapante de
Marín. Cinco lonjas.
Yo, personalmente, me siento muy orgullosa de mi madre. Me parece que desempeña un trabajo muy duro (además de trabajar en casa, porque en cuanto tiene un rato libre, limpia todo como nadie) y siempre aguanta la sonrisa en la cara. Una sonrisa para cada una de las personas que se acercan a su puesto, compren o no. Y ella, para mí, es el mayor ejemplo de mujer trabajadora que existe en el mundo.
Yo, personalmente, me siento muy orgullosa de mi madre. Me parece que desempeña un trabajo muy duro (además de trabajar en casa, porque en cuanto tiene un rato libre, limpia todo como nadie) y siempre aguanta la sonrisa en la cara. Una sonrisa para cada una de las personas que se acercan a su puesto, compren o no. Y ella, para mí, es el mayor ejemplo de mujer trabajadora que existe en el mundo.
Esta entrevista la he sacado de dos que
le han hecho “La Voz de Galicia” y “El diario de Pontevedra”, modificándolas un
poco y haciendo una mezcla de ambas. Espero que os haya gustado y que hayáis
aprendido más sobre esta típica profesión gallega.
Hecho por: Marta Serantes Santos
(alumna en prácticas 6ºA).
Guau!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarte gusta mucho cambiar de letra ehhh...
ResponderEliminarA verdade é que tes motivos de sobra para estar orgullosa da túa mamá.Noraboa!!
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