música

viernes, 31 de mayo de 2013

Solo hace falta respeto para ser feliz

            SOLO HACE FALTA RESPETO

                  PARA SER FELIZ          



 




En un pueblo de África, en el que no había gran cosa; acababa de llegar una niña con su familia. Se acababan de mudar desde Holanda. No tenían mucho; ni dinero, ropa o demás. Eran 5, tres hermanos y dos adultos. Paulina era la pequeña, los otros dos eran bastante mayores y no siempre era  fácil la convivencia. Paulina siempre se portaba bien con todos y era algo conformista de más. El primer día fue algo caótico, porque, aunque las cajas con sus cosas no eran muchas abultaban bastante. El día siguiente no fue mejor. Fueron a pasear y lo que mas les sorprendió fue la gente que había delante de una iglesia. Todos estaban rezando. Ellos no iban a ser menos y también se pararon a rezar. ¡Que paz en el lugar! Todo iba genial hasta que…derepente, casi de la nada, aparecieron unos señores encapuchados gritando:
-¡Fuera! ¡Fuera! ¡Si no os vais ateneos a las consecuencias!¡No hacer que tengamos que haceros sufrir daños!
Todo ese alboroto de repente, los gritos… ¡Era el caos! Todos se fueron corriendo. Todos excepto Paulina. Los señores empezaron a destruir la iglesia. Paulina no dejaría ver ese lugar destruido y sin pensárselo 2 veces grito:
-¡Alto! ¡No lo hagáis! ¿No veis el daño que causáis? ¡Miles de personas adoran este lugar! Pensar en los demás, y si lo hacéis es que sabéis respetar. ¡Parad, por favor!
No fue su mejor idea porque acto seguido cogieron sus pistolas y la persiguieron. Paulina corrió y corrió hasta que no pudo más. Entró en su casa. Cuando la vieron entrar supieron que estaba en apuros. Acto seguido la fueron a socorrer. Cuando los delincuentes vieron tanto amor en tan poca cosa, se dieron cuenta de que lo que estaban haciendo estaba mal. Todo lo que dijo Paulina era verdad. Al fin llegaron a la conclusión de que comportarse bien con los demás, ser mejor persona y comportarse bien con los demás les daría la felicidad. Enseguida le dieron las gracias a Paulina. Aún hoy se lo siguen agradeciendo cuando se acuerdan de lo mucho que les ayudó a cambiar.                                                                           
Celia Redondo                                     FIN

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